Rompamos los mitos y tabúes alrededor del acné
Sabemos lo frustrante que puede ser lidiar con el acné y recibir consejos no solicitados. En este blog te explicamos las verdaderas causas del acné y algunas soluciones eficaces para decirle adiós de manera compasiva y realista.
El acné tiene muchas causas; ninguna es tu culpa
El verano está llegando a su fin y es momento de volver a la rutina. Si has estado batallando contra el acné, es probable que el entusiasmo del regreso esté teñido de ansiedad, frustración y miedo a recibir consejos no solicitados. Seguramente ya te han dicho que deberías lavar más a menudo tu ropa de cama, tomar más agua, evitar ciertos alimentos o usar un limpiador más potente en tu rutina de skincare. Aunque estas sugerencias –que suelen venir de personas cercanas– pueden nacer de un cariño y una preocupación genuina, pueden resultar hirientes y hacerte sentir que hay algo mal contigo.
No te preocupes. Aquí exploramos las verdaderas causas del acné para deshacernos de todos sus mitos y tabúes. ¡Porque la culpa no es ni su causa ni su solución! Aquí te daremos una guía para entender qué es lo que verdaderamente podría estar ocasionando tus brotes y para saber cómo encontrar al especialista que necesitas para tratarlo de forma integral, con mucho amor propio y sin perder la calma. ¡Vamos allá!
De qué hablamos cuando hablamos de acné
En términos generales, el acné es una condición de la piel que ocurre cuando los folículos pilosos se tapan con sebo y células muertas. Sin embargo, tener algunos brotes esporádicos es muy distinto a tener que lidiar con un problema recurrente que no deja de ir en aumento. Esto se debe a que, aunque el resultado de la obstrucción sea el mismo [granos, puntos negros, pápulas y comedones], sus orígenes pueden ser muy diferentes.
Imagínate: ¡el acné afecta al 85% de los adolescentes y prevalece en el 12% de los hombres adultos y el 17% de las mujeres adultas! En una población tan grande, cada caso es un mundo y debe –como cualquier otro padecimiento de salud– ser analizado por sus particularidades y desde tu caso específico. Aún así, hay algunos factores generales que es importante tener en cuenta:
Edad
Lo primero y más importante es entender a qué grupo de edad perteneces. Esto se debe a que determina, en buena medida, la intensidad, persistencia y las consecuencias que el acné podría provocar en ti. Aunque al acné le fascina la piel de los adolescentes, puede afectar a personas de todas las edades. Sus características varían significativamente entre estos grupos, desde cómo se manifiesta hasta cómo se trata. Hasta hace poco, solíamos dividir el acné en dos categorías: el acné adolescente, que afectaba a personas de entre 10 y 19 años, y el acné post-adolescente o adulto, que se manifestaba a partir de los 25 años. No obstante, esta clasificación dejaba fuera a un grupo grande: el de personas jóvenes que están entre los 19 y los 24 años. Esta sutileza es importante porque lo que ocurre entre una etapa y la otra es fundamental para dar con un tratamiento acertado.
Precisamente por eso, hoy en día el acné adulto se subdivide en tres grupos: el primero comienza en la adolescencia y persiste más allá de ella, conocido como «acné persistente»; el segundo surge por primera vez después de los 25 años, denominado «acné de aparición tardía»; y el tercero, el «acné recurrente», se caracteriza por cicatrizar y luego volver a aparecer desde la juventud hasta la adultez. De estas clasificaciones, el más común es el persistente, que es responsable de hasta el 82% de los casos de acné entre adultos.
Acné adolescente |
Acné adulto |
|
Edad |
Entre los 10 y los 19 años |
De los 25 años en adelante |
Sexo |
Más común entre hombres |
Más común entre mujeres |
Severidad |
Comedonal: leve y no inflamatorio, caracterizado por puntos negros y blancos. Nudoliquístico: severo e inflamatorio, acompañado de bultos en la superficie y la profundidad de la piel. |
Papular: inflamatorio, causado por puntos blancos infectados por bacterias, caracterizado por protuberancias rojas dolorosas y sensibles al tacto. |
Localización |
Mejillas, espalda, pecho |
Mejillas, barbilla, mandíbula y [a veces] espalda |
Tipo de lesiones más comunes |
Comedones [o sea, puntos blancos y negros] |
Pápulas [es decir, granitos inflamados que no tienen pus visible] |
¿Comedones? |
Comunes |
Raros, pero comunes entre fumadores |
¿Quistes? |
Comunes |
Muy comunes |
¿Cicatrices? |
Depende de la severidad |
Comunes |
Respuesta al tratamiento |
Positiva |
Hay resistencia y recaídas frecuentes |
Actividad hormonal
Como podrás sospechar, la agrupación por edad tiene menos que ver con el número de años que tienes y más con tu actividad hormonal. Lo que sucede es que, durante la adolescencia, hay un aumento significativo de hormonas andrógenas que son una parte esencial de tu desarrollo. Estas hormonas son responsables, entre muchas otras cosas, de brindarle protección a tu piel. Sin embargo, esto también lleva como consecuencia una mayor formación del sebo que podría obstruir tus poros y producir acné. Por suerte, en la mayoría de los casos, estos efectos son temporales y desaparecen sin necesidad de tratamiento. Cuando eso no sucede, los tratamientos suelen ser muy efectivos.
Cuando nos enfrentamos a un caso de acné en la adultez, es aún más importante prestar atención al desarrollo de los síntomas. Esto porque, a diferencia del acné de adolescentes, la actividad hormonal excesiva podría estar apuntando a otros problemas de salud subyacentes. En mujeres adultas con acné persistente, es importante hacer un diagnóstico para descartar enfermedades como la endometriosis y el síndrome de ovario poliquístico. En ambos sexos, hay que descartar padecimientos como el síndrome de cushing, la resistencia a la insulina, la disfunción tiroidea, algunos trastornos gastrointestinales, y supervisar el uso de vitaminas o medicamentos como los antidepresivos y los corticoesteroides.
Tu árbol genealógico
Aunque no existe tal cosa como un gen que produce acné, la genética sí juega un papel importante. Dentro de la microbiota normal de tu piel habita una bacteria llamada Propionibacterium acnes. Tiene muchos roles positivos, como descomponer los lípidos presentes en tu piel para mantener un equilibrio saludable, competir con bacterias patógenas para prevenir infecciones y echarle la mano a tu sistema inmunológico para regular tus respuestas inflamatorias.
Cuando tus folículos son obstruidos, proporcionan un entorno ideal para que esta bacteria se multiplique. Y aquí es donde tu árbol genealógico entra en juego porque puede determinar, ampliamente, la respuesta de tu sistema inmune a esta bacteria. Si hay una predisposición, durante el proceso normal de metabolizar el sebo, podría producir ácidos grasos y otros subproductos que irriten tu piel y contribuyan a la inflamación. Además, podría hacer que tu piel sea más resistente a los tratamientos convencionales contra el acné. Las estadísticas muestran que, en lo relativo a este padecimiento, la herencia funciona más o menos así:
- Si tienes un familiar de primer grado [como tu mamá, tu papá o algún hermano] que haya tenido acné en la adultez, es más probable que tú también lo desarrolles.
- Si hay antecedentes familiares de acné, es posible predecir si padecerás brotes durante la adolescencia.
- Si tu mamá o tu papá tuvieron acné severo, ya sea en la adolescencia o durante la adultez, tu riesgo de padecerlo es mayor.
- Aunque aún falta evidencia, algunos estudios sugieren que la probabilidad de que una persona desarrolle acné aumenta si su mamá lo tuvo en algún momento de su vida. En palabras sencillas, se sospecha que la propensión al acné podría transmitirse a través del cromosoma X.
- Tanto tu mamá como tu papá pueden transmitir diferentes factores genéticos que te predisponen al acné. Por ejemplo, tu papá podría transmitirte una condición hormonal que aumente tus posibilidades de tener acné, mientras que tu mamá podría transmitirte una respuesta inflamatoria más fuerte a las bacterias u otros factores genéticos.
- Hay algunos padecimientos que provocan acné, como el síndrome de ovario poliquístico, que son altamente hereditarios.
Y… ¿la higiene?
Ya que vimos algunas de las causas más complejas del acné, ahora vamos a las que la mayoría de la gente obvia, pero que no son del todo ciertas. Si tienes acné, es probable que ya probaste con todos los tips de limpieza, desde lavar las fundas de tus almohadas prácticamente a diario, hasta lavarte y exfoliarte la cara cada vez que te acuerdas. La cuestión es que, aunque la gente sigue dándote estas sugerencias, no notas mejoría. Y te vamos a decir por qué: porque lo tuyo no es un problema de higiene.
De hecho, lavarte la cara más de la cuenta [con demasiada fuerza y con productos agresivos] podría ser la causa por la que tu acné no mejora. Lo que sucede es que muchas personas con acné desconocen cuál es su tipo de piel. Te explicamos: tu piel necesita una cantidad de sebo que pueda metabolizar para mantenerse saludable, y para eso debe existir una atmósfera de hidratación adecuada. Si notas que tu piel produce demasiada grasa, ¡ojo!, porque no necesariamente significa que tienes piel grasa. Tal vez lo que está sucediendo es que estás utilizando limpiadores que te están provocando resequedad y que, como consecuencia, están obligando a tu piel a producir sebo para compensar.
Un consejo valioso es que le pierdas el miedo a los hidratantes. Claro, debes buscar aquellos que están específicamente recomendados para pieles con tendencia al acné, pero por ninguna razón dejes de darte ese apapacho. De preferencia, tanto en tus limpiadores como en tus hidratantes, evita ingredientes como los aceites comedogénicos [aceite de coco, aceite de almendra, aceite de lanolina], los alcoholes, las fragancias y colorantes, las siliconas y los emolientes pesados.
El papel de tu dieta
Todo el mundo quiere echarle la culpa a la comida. Que si el chocolate esto, que si las nueces aquello. Aunque se ha especulado mucho al respecto, no existe suficiente evidencia científica que compruebe una relación directa entre la dieta y el acné. Lo que sucede es que la mayoría de estudios existentes sobre este tema son deficientes, realizados en poblaciones de las que no se tiene un control total, y que además ignoran factores importantes que sí influyen en el acné [el uso de medicamentos, un control minucioso de la dieta, hábitos, manejo del estrés, los productos de skincare que utilizan].
Lo que se sospecha es que las dietas altas en carbohidratos y azúcares refinados pueden potenciar la aparición del acné. Además, se sugiere que los alimentos con un alto índice glicémico [esos que hacen que tengas picos de azúcar en sangre] pueden contribuir al acné. Sin embargo, es probable que conozcas a alguien que, por más dulces y lácteos que consuma, tiene una piel radiante. Esto nos deja con una conclusión importante: en el acné, se trata más de una suma de factores que casi nunca podemos controlar y menos de las pequeñas acciones que realizamos en el día a día.
Una atención integral del acné
Si estás leyendo este blog, es probable que lo que necesites sean soluciones. Estamos al tanto de los daños emocionales y psicológicos del acné, y por eso empezamos por decirte que –aunque sientas que no estás haciendo lo suficiente–, ninguna causa del acné es tu culpa. Ahora, nuestra única recomendación es que dejes de buscar remedios en línea y acudas a tu especialista de confianza. Créenos: con el tratamiento adecuado, es posible dejar el acné atrás.
En The Skin Clinic, tenemos especialistas que te ayudarán a abordar el acné desde una perspectiva integral. No solo vamos a evaluar el estado de tu piel, sino que también contamos con un equipo de ginecología que podría detectar condiciones subyacentes, y un equipo completo de especialistas en la salud que, de ser necesario, te referirán con la persona correcta para tratar tu caso desde todas las aristas.
¡Que las marcas y cicatrices sean tu última preocupación! Primero, debemos atender desde la raíz. Después, con tratamientos de láser, es fácil deshacernos de los recordatorios de que el acné estuvo ahí. Puedes agendar tu cita aquí, y aprovecharemos esa sesión para resolver todas tus dudas y empezar a encaminarte hacia la solución que tu piel necesita.
Si quieres saber más, échale ojo a estas fuentes
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- Ines Brajac, Lidija Bilić-Zulle, Mladenka Tkalčić, Karmen Lončarek, Franjo Gruber, Acne vulgaris: myths and misconceptions among patients and family physicians, Patient Education and Counseling, Volume 54, Issue 1, 2004, Pages 21-25, ISSN 0738-3991, https://doi.org/10.1016/S0738-3991(03)00168-X.
- Assaedi, L. M. E., Al-Taisan, S. A., Alharbi, A. G., Gaafar, R. A., Alsharif, S. K., Ayidh, F. A. N., ... & Allehyani, M. A. S. (2018). The relationship of diet and acne. The Egyptian Journal of Hospital Medicine, 70(3), 473-477.
- Batista, A. S. F., & Ana, P. (2016). Types of acne and associated therapy: A review. Amr. Res. J. Pharm, 2016, 1-9.
- Kutlu Ö, Karadağ AS, Wollina U. Adult acne versus adolescent acne: a narrative review with a focus on epidemiology to treatment. An Bras Dermatol. 2023 Jan-Feb;98(1):75-83. doi: 10.1016/j.abd.2022.01.006. Epub 2022 Oct 14. PMID: 36253244; PMCID: PMC9837660.